En 1982, Steven Spielberg, tras el rotundo éxito de E.T. el extraterrestre, descubrió un libro que cambiaría el rumbo de su carrera: La lista de Schindler de Thomas Keneally. Impactado por la historia de Oskar Schindler, un industrial nazi que salvó a más de 1300 judíos durante el Holocausto, Spielberg deseaba adaptarla al cine. Sin embargo, no se sentía preparado emocionalmente para dirigirla, por lo que consideró a otros cineastas como Roman Polanski, Martin Scorsese y Billy Wilder, quienes declinaron por diversas razones.
Spielberg asumió la dirección, renunciando a su salario para no lucrar con una historia tan dolorosa. El resultado fue una obra maestra que obtuvo siete premios Oscar, incluido el de Mejor Director. Pero uno de los elementos más perturbadores fue la interpretación de Ralph Fiennes como Amon Goeth, el sádico comandante del campo de concentración de Plaszow. Su aparición, que ocurre después de la primera hora de la película, impactó por la frialdad y brutalidad que transmitió.
A pesar de su impactante actuación, Fiennes no ganó el Oscar al Mejor Actor de Reparto, perdiendo ante Tommy Lee Jones por El fugitivo. No obstante, su interpretación se considera una de las más intensas en la historia de Hollywood. Lo más sorprendente es que Fiennes estaba al inicio de su carrera, demostrando una madurez actoral extraordinaria al encarnar un personaje tan complejo.
Fiennes no se limitó a retratar a Goeth como un villano unidimensional. En cambio, exploró las contradicciones internas del personaje: su crueldad extrema, sus momentos de falsa humanidad y su incapacidad para reprimir sus impulsos más oscuros. Esta ambigüedad se refleja en escenas escalofriantes, como aquella en la que dispara a prisioneros desde su balcón por simple capricho, o su perturbadora relación con Helen Hirsch (Embeth Davidtz), una prisionera judía hacia la que siente una atracción que no puede conciliar con su ideología racista.
El impacto de la interpretación de Fiennes fue tan profundo que, cuando Spielberg lo presentó a Mila Pfefferberg, sobreviviente del Holocausto, ella tembló de miedo al verlo uniformado. “No vio a un actor, vio a Amon Goeth”, recordó Spielberg. Esta reacción ilustra cómo Fiennes logró encarnar la esencia del mal con una autenticidad perturbadora.
El propio Fiennes admitió que interpretar a Goeth tuvo un costo emocional. “Hubo un precio que pagar por este papel. Estudiar un comportamiento tan negativo durante tres meses te deja una sensación extraña, como si hubieras disfrutado de ello en ciertos momentos y eso te hace sentir contaminado”, confesó el actor. Esta reflexión destaca cómo el arte puede afectar profundamente a quienes lo crean, especialmente cuando se trata de roles tan oscuros.
2025-02-04T03:22:00Z